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Debajo del toldo con Alice, Michel y Claude Monet

Debajo del toldo con Alice, Michel y Claude Monet

Delicado es el viento que roza las campiñas francesas, cuando el sol vuelve a asomar tímidamente después del frío y el silencio. Amarillas, púrpuras, rojas y verdes, las flores se inclinan ante el canto de la fresca primavera, entre los tímidos zumbidos de los insectos.  Debajo del tejido colorido de un gran toldo que cubre el cielo, una mesa preparada con platos, cubiertos, vasos, vino y pan. La comida espera ser consumida, dispuesta de manera ordenada sobre un mantel blanco puro que casi enceguece. En el banco una figura femenina, lleva un vestido blanco y un sombrero: posa junto a su hijo vestido de oscuro. El rostro de la mujer se funde en la tonalidad de su piel, mientras que el rostro del niño se entrevé con tres puntos diminutos que sobresalen entre el cromatismo del paisaje. Su mirada es exclusivamente para su papá, sentado del otro lado del toldo, serio y concentrado, intentando pintar. 

 

Alice, Michel y Claude: la mujer, el hijo y el pintor, están en el jardín, porque el pintor, el gran Claude Monet, ha decidido retratar a su familia en uno de sus espléndidos y cada vez más famosos cuadros. Monet tiene la costumbre de pintar al aire libre, “en plein air”, como se suele decir. De hecho, sostiene que la pintura exige el contacto con el mundo, representando la vida de todos los días, compuesta también por pequeñas rutinas familiares, como este almuerzo, que transmite paz y tranquilidad al gran tumulto de la existencia.

 

De su tierno momento Monet desea captar el aspecto más inmediato: la impresión, el instante en el que, desde el flujo de la percepción, emergen las figuras de su experiencia. Por tanto, no hay tiempo para delinear contornos y claroscuros, no hay tiempo para construir con las rígidas geometrías de la perspectiva un espacio pictórico ideal: en definitiva, no hay tiempo para pensar. Monet tiene tiempo solo para dar pinceladas rápidas y definidas, siempre huyendo, como el mundo que retratan, hacia el instante siguiente. Pinceladas que no se mezclan, sino que se yuxtaponen, con colores puros de una visión vibrante en la que, incluso las sombras, están vivas.

 

Claude Monet, Desayuno debajo del toldo (1883-1886), óleo sobre lienzo 116 x 136 cm, colección privada. 

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